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domingo, 13 de noviembre de 2011

Gracia del Río (Un Pueblo con Poco de Ambas): Peluquería Tomás, Corte Clásico.

Si usted se quiere cortar el pelo en Gracia del Río, caballero, su única opción es la peluquería de Tomás.

Como con tantas otras cosas por aquí, seguramente se la encontrará cerrada, pero no se apure, pásese por el bar de Matías y ahí, o está el propio Tomás o le avisan por teléfono para que vaya a abrir.

-Bueno días, señor, ¿fútbol o literatura del siglo XVI y XVII?-le preguntará según tome usted asiento, incluso antes de interrogarle sobre el servicio deseado.

Y es que resulta que Tomás no sólo en clásico en el corte de pelo, sino que también lo es en los temas de conversación que propone al cliente: el clásico fútbol y los clásicos de las literatura, y en ambos demuestra la misma erudición en el conocimiento, acierto en el comentario y vehemencia en la exposición.

"Pues mire los cabronazos de Perú en el partido con Argentina del 78...6-0 que les metieron...¡Para cagarse en la madre de todos, desde el portero hasta el del material!"

Vehemencia malsonante y palabrotera, pero, no se asuste, que nunca llega la sangre al río, por mucho que parezca que Tomás está a punto de atacarle con la navaja de afeitar por haber dicho que Italia no mereció ganar el Mundial 82, o que las "Tito Andrónico" de Shakespeare es flojita tirando a mala.

"¿Cómo coño puede usted decir eso de Quevedo como narrador? ¿Usted se ha leído "El Buscón"? ¿Cuántas veces? ¿Qué edición? ¡Seguro que alguna de esas de mierda que regalan con los periódicos!

Que tampoco le eche para atrás el aspecto de Tomás. Siendo como es el único peluquero de señores del pueblo, y como le da pereza desplazarse, o se corta el pelo el mismo (fatal) o decide directamente no cortárselo (puede que todavía peor).

Por otra parte, la bata siempre la lleva muy limpita.

En resumen, que si usted tiene la confianza -y la sangre fría- suficientes como para dejar su cabello -y su gaznate- en manos de un tipo con aspecto y pelos de científico loco, y que no para de cagarse a voces en el entrenador de la selección checa de fútbol de 1996, o en los catedráticos de Literatura Comparada de Oxford, tendrá un buen corte de pelo.

Garantizado.


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