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lunes, 14 de noviembre de 2011

El Rey, los Dos Generales (y el Nene del Rey).

El Gran Rey y el Ambicioso Príncipe jugaban juntos al ajedrez en la Sala del Mármol Transparente.

-Padre, ahora que el anciano general Mergunko ha muerto, ¿me haréis caudillo de todos vuestros ejércitos, como sabéis que es mi gran deseo?

-A su debido tiempo.

-¿Qué tiempo mejor que éste? ¡El enemigo en débil, su derrota final es cuestión de semanas!

-Eso crees, eso creen todos, y así quiero yo que lo sigan creyendo. Pero el enemigo se ha aliado en secreto con poderosos ejércitos de lejanas tierras. Nuestra victoria no está próxima, muy al contrario, se acercan tiempos en que nuestra propia supervivencia estará en peligro.

-¿Y cómo sabes tú eso?

-Un rey debe saberlo todo si quiere seguir manteniendo la cabeza sobre los hombros.

Pocos días después, el Gran Rey proclamó al general Xepateix como cabeza todas sus tropas, y lo hizo en esplendorosa ceremonia pública, con centenares de miles de ciudadanos vitoreando al nuevo comandante en jefe.

-¡Pueblo mío, aquí tenéis a vuestro nuevo Capitán General! Sé que muchos pensaban que nombraría a mi hijo para el puesto, pero el amor a nuestra patria es mucho mayor que el amor que tengo por mi primogénito, y mi patria merece al mejor al mando de sus ejércitos.

-¡Viva el Gran Rey justo! ¡Viva Xepateix!-clamaba la multitud.

Una semana después, el fin de la guerra parecía inminente. Xepateix habló entonces para toda la nación:

"¡La victoria está en nuestras manos! ¡Seguidme un paso más y os llevaré al mismo corazón del triunfo!"

"¡Viva Xepateix, el Invencible!", bramaba el pueblo enloquecido por las calles.

Al día siguiente, el primer e inesperado ataque sobre la capital. "¿De dónde han salido esos aviones?", se preguntaron algunos. "No temáis, es el último y desesperado esfuerzo de un enemigo derrotado. Son cuatro bombarderos viejos, lo único que les queda", afirmó Xepateix.

Y la mayoría le creyó.

Pero los bombardeos no cesaron -en sesiones de mañana y tarde-, y Xepateix siguió asegurando que no pasaba nada, pero cada vez menos gente le creía....

"¡Muerte al bastardo de Xepateix!", se oía por las calles, se veía pintado en los muros. "¡Gorgowe, sólo tú puedes salvarnos!". Habían pasado dos años, los bombardeos habían sido cada vez más fuertes, y el enemigo que otrora parecía derrotado avanzaba invasor hacia la capital. Estaban a apenas 20 kilómetros.

En la Sala del Mármol Transparente, el Gran Rey y el Ambicioso Príncipe seguían jugando al ajedrez.

-¡Padre, es el fin! ¡Vamos a morir!

-No, todo lo contrario, es el comienzo...

-¡Pero si el enemigo está en nuestras mismas puertas!

-Sí, pero los aliados que han sido su gran fuerza van a cambiar de bando pronto.

-Pero...¿Cómo es posible?

-Pues como tantos cosas en esta vida, los he comprado.

-Entonces...¡Es el momento de que me nombres Capitán General!

-No, todavía no.

-¡Pero si Xepateix está acabado! ¡El pueblo pide su cabeza!

-Y la tendrán, pero Gorgowe es también un gran militar, y estorba en tu camino. Lo voy a nombrar sucesor de Xepateix, como el pueblo me reclama. Será inútil, pues no hay nada que pueda detener al enemigo, salvo el soborno. Cuando lleguen a los mismos muros de la capital, el pueblo pedirá la cabeza de Gorgowe como ahora claman por la de Xepateix. Y también la tendrán. Entonces, te proclamaré a ti Capital General, haré efectivo el soborno y tú nos conducirás a la victoria final.

-Lo tenías todo planeado desde el principio...

-Por supuesto, recuerda que soy un Gran Rey. Había que librarse de Xepateix y Gorgowe, pero eran demasiado populares para que yo les ejecutara, tenían que ser el mismo pueblo quien lo hiciera...En fin, ve preparando el uniforme de gala, hijo, que te vas a convertir en el mayor héroe militar de nuestra historia.

-¡Y sin tener ni idea de táctica o estrategia, ni haber pisado una academia militar en mi vida!

- ¡Ese es mi niño!

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