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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Esto No Es lo Suyo, Pregadena.

-Usted no vale para esto de ser cardiólogo, Pregadena. Tendrá que buscarse otra especialidad.

-¿Por qué dice eso? ¡Las calificaciones que tengo hasta ahora en la carrera me dan derecho a elegir!

-Si no es por eso, querido Pregadena. Es que es usted muy feo.

-¡Oiga, no le consiento...!

El veterano jefe del servicio de cardiología pulsó resignado el botón del interfono.

-A ver, señorita Paz, que pase el señor Quijares.

-Muy bien, doctor.

Pregadena miró sorprendido al jefe de servicio.

-¿Se puede?

-Adelante, señor Quijares...Mire, le presento a Federico Pregadena, estudiante de último año de Medicina.

-¡¡¡Joder!!!

Fueron las últimas palabras del pobre señor Quijares.

-¿Ve a lo que me refería, Pregadena?

-¡Pero...este hombre ha fallecido!

-¡Bien diagnosticado!, y ahí quería yo llegar, a que usted donde se debe meter es a hacer autopsias.

-¡Este pobre hombre ha muerto de un ataque con tan sólo verme la cara...! ¿Tan feo soy doctor? ¡Dígame la verdad!

-Si, muy feo, como para ganar las olimpiadas de los feos, aunque también es cierto que el señor Quijares estaba muy delicado, igual a uno que esté mejor no lo deja tieso del susto...

-¿Y cómo ha expuesto al pobre señor Quijares a mi letal rostro, sabiendo que le iba a causar la muerte?

-Porque era la única manera de quitarle de la cabeza lo de la cardiología...Así que el infeliz ha dado su vida para salvar otras muchas.

-¡Es un héroe!

-En efecto...En fin, señorita Paz, ¿puede usted pasar un momento?

-Por supuesto, doctor.

La despampanante enfermera hizo su entrada en cuestión de segundos.

-Señorita Paz, por favor, sáquese los senos y muéstreselos al señor Quijares.

-Por supuesto, doctor.

Y el señor Quijares, obviamente, resucitó al instante.

(Lo que le da a usted una idea de cómo estaba la señorita Paz).

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