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sábado, 9 de abril de 2011

Vote por Don Alvaro (12).

Álvaro Burquera lo tenía todo perfectamente ensayado. Piñaceira anunciaria la retirada de su candidatura por el bien del partido, él sería la primera y la más fuerte de las voces que le rogaría que no lo hiciera, pero, por fin, acatarían la decisión de Piñaceira, al que despedirían al grito de "presidente, presidente". Después, votación y a arrasar. Lo que peor llevaba era lo de tener que  meter al pesado ese de Romera en su lista electoral, aunque bien cierto era que había sido útil.

La renuncia de Piñaceira la estaban fraguando en ese momento don Álvaro y Espinosa, en reunión a tres bandas con el propio Piñaceira. Todavía no estaba confirmada, pero Espinosa le había garantizado que estaba todo atado y bien atado, por lo que Burquera estaba tranquilo. Con la inestimable colaboración de medios afines (Garguela a la cabeza) lo habían acorralado y, sin duda, Piñacería optaría por una salida digna (o sea, la garantía de pillar un montón de pasta).

Jorge Piñaceira fue recibido con una fuerte salva de aplausos, muchos de ellos hipócritas. Burquera se concentró: comenzaba la función teatral.

-¡Amigos, me han acusado una y otra vez de que soy un líder blando e inoperante, que no ofrece soluciones a los ciudadanos!. Pues bien, de entrada, prometo que si salgo elegido como presidente de esta comunidad en las próximas elecciones, la antigua fábrica de Embutidos Chopete se convertirá en el mayor centro de producción de componentes de telefonía móvil de España. Todos y cada uno de los antiguos trabajadores de Chopete conservarán un puesto de trabajo -para el que serán convenientemente formados-, y, además, otros 500 empleos directos se generarán, aparte de un gran número de indirectos. Aquí tenéis, para confirmarlo, el contrato que he firmado con la División Tecnológica de Garborsa. Esto, compañeros, son soluciones concretas. Este, amigos, es Jorge Piñaceria, el futuro presidente de esta comunidad, por mucho que algunos tontitos estén obsesionados con intentar impedirlo.

Los gritos de "presidente, presidente" inundaron el teatro de congresos. Álvaro Burquera era el que más chillaba, lo que tenía mérito con la enorme mezcla de sorpresa, enfado y perplejidad que le llenaban la mente.

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