Álvaro García-Borcigueitia, propietario de Garborsa, escoltado por sus fieles Espinosa y Palomero, no pudo reprimir un suspiro de disgusto resignado cuando vi aparecer a lo lejos a Azarías Romera y señora.
-¿De verdad crees que este nos vale, Espinosa?
-Es el ideal para nuestros propósitos, Álvaro.
-En fin, Si tú lo dices, me fío de ti...
-¡Alvarito!
-¿Qué tal, Azarías?
-Bien, bien...Ya ves, a apoyar a los Aizbecoa. Ya sabes que en Garborsa somos una piña.
-Sí, sí, sin duda. Señora, a sus pies.
-Gracias, don Álvaro.
-Álvaro, por favor.
-Sí, eso.
-Mi señora, que es muy formal...Espinosa...Palomero...¿Cómo estáis?
-Hola, Azarías. Señora...
-Bueno, vamos pasando señores.
-Sí, claro...Vosotros primero...
Azarías dejó pasar al resto del lote a propósito con el fin de quedarse a solas con don Álvaro.
-Alvarito, me tienes en ascuas...¿Se concreta o no se concreta aquello?
-Se concreta. Ahora te comento dentro.
-¡Cojonudo!
-Sí.
-Y yo iría de...
-Está por cerrar, pero, cómo mínimo, tercero de la lista.
-Entonces...
-Sí.
-¡Cojonudo, Alvarito, cojonudo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario