"¿500.000 pavos por este penco? ¡Qué manera de timar a la pobre vieja! Lo mejor que puede hacer con este vago hijoputa es venderlo para hamburguesas".
Esto le pasaba por la cabeza a Folksky a la entrada de la recta de Belmont. Diez metros por delante, admiró impotente como "Amarok" lanzaba su ataque, regateando Charlie Brighton con facilidad el patético intento de meterse por medio de "Sunset Upset". Roscoe Hill estaba perdiendo facultades.
"¿Quién se va con el "esquimal"? ¿Dónde está 'Desdichado'? ¡Bah, casi tan muerto como el mío! ¿Y 'Wicked Ricky'? ¡Nada! Esta claro, el "Niño Bonito" y su puto "pony de las nieves" van a ganar la Corona! ¡Cómo le vitorean todos esos borregos de la grada! ¡Me cago en...!"
A Greg Folksky la rabia le salía por todos los poros de la piel. Alguien iba a pagar por su frustración, ¿y quién mejor que aquel maldito animal? Sabía que pegar a un caballo cuando no está en la pelea por la victoria está muy feo, pero -después de todo- tenía una reputación de mal tío que mantener.
Los caballos son animales en extremo sensibles, mucho más de lo que uno podría pensar. Aquel sudor preñado de rabia y odio de Folksky empapó la nariz, los sentidos y la sangre de "In Cold Blood", y le hizo sentir la llamada -salvaje e instintiva- del mal carácter, de la mala leche. Justo un instante antes de que llegara el latigazo, "In Cold Blood" explotó y salió disparado como el mismísimo caballo de un Jinete del Apocalipsis. El arranque, brusco e inesperado en extremo, desarmó a Folksky de su fusta e hizo que sólo a duras penas consiguiera no caer de su montura.
Los adversarios fueron pasando como manchas multicolores por la derecha de Folksky, pero a él en ese momento únicamente le preocupaba no irse al suelo como consecuencia los infernales trancos de "In Cold Blood". Por fin, a diez metros para el poste de llegada, "Amarok" apareció y desapareció, todo en un suspiro. Y Folksky apenas lo supo, tan asustando como estaba. ¡Su gran momento y lo estaba viviendo casi con los ojos cerrados!
El hipódromo, hasta hacía segundos aplausos y felicidad, se quedó en silenció, consternado y triste ante el dulce sueño inesperadamente roto en mil pedazos. Entonces fue cuando Greg Folksky se dio cuenta de lo que había pasado. Entonces se percató de que había derrotado -humillado- al "Niño Bonito" y había despojado a aquella odiosa sociedad -a los niños que se reían de él en el cole, a los mayores que ahora lo despreciaban- de su sueño, de unos de esos malditos sueños a los que él parecía no tener derecho. Y no lo pudo evitar: Se pudo de pie sobre los estribos y, mirando al tendido, posó su dedo índice sobre los labios. Saboreó el agridulce sabor del resentimiento victorioso: los abucheos le supieron a aplausos y como palabras de aliento los gravísimos insultos. Y se olvidó de que iba sobre "In Cold Blood".
Grave error descuidar a una montura tan canalla: el caballo emitió un relincho de protesta y se puso a lanzar coces al aire como el genio desequilibrado que era, logrando con ello arrojar al suelo a su desprevenido jinete. Y de propina, le recetó dos pisotones en el suelo antes de salir corriendo sin rumbo.
Confirmado, "In Cold Blood" era el mayor "hijoputa" que jamás hubiera pisado un hipódromo.
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