El caballo que afronta la recta final desde la última posición y va dejando atrás enemigos perplejos hasta besar el primero el poste de llegada.
El equipo de fútbol que se va al descanso con tres goles en contra y es capaz de meter cuatro en respuesta.
Esa es la verdadera marca de los campeones, los que son arrojados de boca al humillante charco de la derrota, y son capaces de levantarse a golpes de corazón para luchar hasta el último instante.
¿Existe mayor emoción que la de remontada? Ver cómo se agotan agónicos los metros o los minutos, mientras vamos recortando la ventaja enemiga. ¿Existe mayor demostración de dominio que despojar al contrario de su condición de enemigo, pues ya lo único que nos puede derrotar es la falta de tiempo y no ellos?
Sin duda, las remontadas, en cualquier deporte, son las que te hacen amarlo, y las que para siempre se te quedan dulces en el recuerdo.
En resumen, que me quedo mil veces con un 4-3 remontado antes que con un 5-0 directo y frío.

Mi deseo para 2011, que -ojalá- todos aquellos que están hundidos inicien la remontada. ¡Vamos, que hay tiempo!
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