Lo mío fue el 22 de noviembre de 1988, yo tenía 14 añitos. Todo mi barrio vibró y a dos personas les arrancaron la vida de cuajo.
Fue, como usted ya se habrá figurado, una bomba colocada por ETA.
Lamentablemente, haber escuchado un petardazo asesino no me hace especial. Millones de personas son miembros de este mismo club y, supongo, mis sensaciones no debieron ser muy diferentes de las de otros tantísimos niños a los que se les llenaron los oídos de odio expansivo.
Una bomba explota y mata gente. Algo que no tiene nombre.
Pero sí un montón de apellidos: en un cruel y cobarde atentado terrorista, durante una misión de ataque preventivo a baja cota, como acción de castigo contra un estado enemigo fascista y opresor, como parte de una campaña de bombardeo estratégico...
Por mi parte, sobran los apellidos, no hay derecho
y ya está.

1 comentario:
"Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un general que no crea tener el cielo de su parte." Jean Anouilh
Aunque en realidad esa idea es solo para apoyar la acción armada que una idea previa respalda. No debe ser muy buena esa idea si hay que matar por ella, hay ideas por las que merece la pena morir pero nunca matar. Muchos últimamente han hecho eso, defender su idea mediante la guerra, puros sguidores de Clausewitz.
"La guerra es una continuación de la política por otros medios" Karl von Clausewitz
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