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viernes, 10 de abril de 2009

El Manifiesto Cinófobo. (Vale, que no haga nada...pero lejos de mí).

Por si usted no lo sabía, la "cinofobia" es el miedo a los perros, pero dicho en fino.

Yo soy uno de sus damnificados. No es que no me gusten los perros. De hecho, algunos me parecen más admirables que ciertas personas. Y, por otro lado, encuentro bochornoso el trato que nuestra lengua castellana les da, empezando por el "¡qué perro eres!" hasta "vida de perros" con parada y fonda en "hijo de perra".

Pero, a lo que voy, me incomoda tela tenerlos cerca (por mucho que vengan moviendo la colita), no me gusta que intenten lamerme, no tengo el más mínimo deseo de acariciarlos y, por descontando, me asusta bastante eso de que me ladren.

Aunque la mayoría de los dueños se hacen rápido cargo de mi situación y me alejan a la fiera, todavía los hay que muestran incredulidad, indignación y/o cachondeo ante mis reticencias a entablar amistad con su "Sultán", "Toby", "Boby" o cualquier ridículo nombre inglés. "¡No te preocupes! ¡Si no hace nada!".

Seguramente es cierto, pero también es cierto que la calle es de todos y yo tengo tanto derecho a dar un agradable paseo en paz como usted a sacar a su mascota para que haga caquita y usted la recoja aún caliente. No me molesten, que yo a ustedes no los he molestado,

En resumen, si fuera por mí, los perros en el campo corriendo en libertad, y no en la ciudad viviendo una especie de rara y canina situación de "tercer grado penitenciario" (con una correa al cuello).

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