-Mira, Amalia, voy a ser totalmente sincera: el problema de tu hijo Javi en clase es que tiene muy poco interés por el tema y, por tanto, cuesta horrores que haga algo. Si no se le dice nada, se dedica a charlar con sus amigotes, leer un periódico deportivo o, simplemente, quedarse dormido. Intentar ser cariñosa y motivarle por las buenas es una pérdida de tiempo. La única manera de se ponga es enfadarse con él y estar muy encima, que hay veces que hasta le tengo que sacar el material con mis propias manos. E, incluso así, trabaja con la máxima desgana, y, en nada de tiempo, te dice: "ya he terminado". Por supuesto, lo que ha hecho es una tremenda chapuza. Pero lo peor de todo es que el tío se cree que ha rendido maravillosamente y se queda todo sorprendido cuando le riñes porque no te has quedado satisfecha.
-Ya, si es lo que yo siempre digo. Que sale a su padre.
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