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lunes, 8 de septiembre de 2008

Lección sobre las elecciones.

Un hermano marista me dijo en cierta ocasión que uno se hace adulto cuando empieza a tener la capacidad de elegir. Tenía más razón que un santo, aunque aquel hombre de santo tuviera poco a la vista y me estuviera intentando convencer de que no cogiera letras puras.

Dios le dio al hombre y la mujer la capacidad de elegir libremente, y ellos tardaron poquito en cometer la primera equivocación. Desde aquel pecado original a nuestros poco originales pecados de hoy en día, la historia de la humanidad es una sucesión de elecciones, correctas e incorrectas.

Las elecciones nos definen y marcan nuestro presente y nuestro futuro. Y la educación, quizás, debería ser tan sólo el proceso de enseñar a un ser humano a elegir.

Todo muy bonito, si realmente pudiéramos elegir con libertad, pero, ya es mala suerte, nuestro entorno, con los amigos y la publicidad a la cabeza, no marca el camino con demasiada frecuencia.

Ya lo dice un anuncio en vigor televisivo: "Si no consumes mi producto, eres un bicho raro", según norma número 1 de la publicidad: "Casi nadie quiere ser un bicho raro, y, al que quiera, a muerte a por él". Con lo que tenemos a la compañía telefónica un poco más rica y a una respetable señora con un ADSL cogiendo polvo en el saloncito.

Moraleja: la sociedad es como los magos, acabas cogiendo la carta que ella quiere, y uno es tan bobo que se piensa que ha elegido con libertad.

"Elige la carrera que tú quieras, hijo mío".

"Música a cuento de..." Magia Potagia. "Lay your hands on me" de Peter Gabriel, utilizada por David Copperfield en una de sus ilusiones. (Para escucharla, pulse el Play a la derecha de la pantalla).

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