Uno de los pilares básicos de la comedia es mofarse de la autoridad. Charlie Chaplin se hizo rico y famoso dándole patadas en el culo a un guardia bigotudo.
El problema, como con todo lo del reírse, es cuando uno pasa de arquero a diana. Y eso es parte de mi trabajo. Ser policía de pasillo y aula, enfrentado a un centenar de Charlots con la hormonas en pie de guerra.
Motes de mayor o menor ingenio, imitaciones muy o poco logradas, ruidos sospechosos en mitad de la lectura aderezados con miraditas cómplices, intenso tráfico aéreo de bolitas de papel mientras copias la pregunta en la pizarra...
No les culpo, todos lo hemos hecho. Y tampoco hay que olvidar que uno es el cruel ejecutor de una ley escolar, por otro nombre evaluación, cuya justicia desencadena sonoras broncas de sala de estar, arrestos domiciliarios de fin de semana y secuestros de Play Station.
La moraleja es bien sencilla, si no puedes soportarlo, no te metas. Tampoco son todos, ni todo el rato y, lo más importante, casi nunca la mala leche es pura 100%. Casi nunca.
La alta comedia es sencilla, aunque conseguirla sea tan complicado. Por cierto, ¿cuándo fue la última vez que la tele puso "una de Charlot"? Van Damme 100-Charlie Chaplin-0.
"Música a cuento de..." autoridad. "La cabalgata de las valquirias" de Richard Wagner nos evoca la figura de ese profesor de la ESO abriéndose paso altivo y poderoso por el pasillo para enfrentarse a un grupo de monstruitos que lo primero que van a mirar es si lleva la bragueta abierta.
2 comentarios:
Muy bueno tu blog! Felicidades
Gracias por visitar el blog y tu amable comentario :-D
Publicar un comentario