Porque nos entra sin permiso en los momentos más amargos para salvarnos del abismo.
Porque, incluso cuando es tonta, está llena de sabiduría.
Porque, hasta la floja, nos hace ventosa en el alma y nos quita las penas a bofetones.
Porque tanto ríes, tanto vales.
Porque es la única forma de felicidad al alcance de todos los corazones y todos los bolsillos.
Porque cada risa limpia y sincera es darle una patada en las pelotas al Mal.
Porque reír es una forma de rezar.
Por eso, y por mil razones más, ¡¡¡ríase!!! (Menos cuando estoy dando clase, por favor).
La mayoría de los escritores vuelcan todo su talento en sus poemas de amor y poco o nada dejar para su hermana pobre la poesía de risa. Quevedo fue toda una excepción. Quizás por eso fue, es y será tan grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario