Y en la cúspide social de este ejército de la beneficencia, las generalas del tinte enlacado, con derecho a silla, faldón rojo y bandejita de plata. Plantadas en sus mesas estratégicamente situadas, con los oportunos fotógrafos para documentar lo buenos que somos todos.
Y mientras, sus maridos siguen con su negocios. Esos negocios que, quizás y sólo quizás, generan las víctimas oprimidas a las que sus esposas pretenden redimir de la injusticia y la pobreza con cuatro miserables perras.

El Día de la Banderita en Marbella. Curioso concepto, ¿no?
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