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miércoles, 30 de abril de 2008

Parla NH, única como las demás.

Supongo que la versión España cañí de la omnipresente, y casi omnipotente, Paris Hilton se debería llamar Parla NH, o algo así. La persona con ese nombre no existe para Google, así que no debe existir, pero hay cientos de candidatas rondando este barrio mío.

Pasean sus cuerpos flacuchos y enclenques; rígidas como una pitón con sobredosis de Viagra; uniformadas con sus gafas de sol pasadas de tamaño, su bolso en el antebrazo, sus pitillos en las piernas y en los dedos y su perpetuo gesto de prepotencia cortada con mala leche.

Algunas van de rebeldes y se han comprado un pañuelito palestino en un mercadillo (que no se enteren los socios judíos de la empresa de papá), otras, no esconden su condición y exhiben más marcas que un galeote romano. Aunque, curiosamente, casi ninguna utilizará la frase maldita para referirse a sí misma: "niña pija".

Todas con su estilo y personalidad propios, concretados en elegir entre un tono u otro en el tinte (preferentemente rubio), escoger el estampado de la camisetita y decidir si las bailarinas me las compro con lacito o no. Aunque, eso sí, van monísimas, como atestiguan los bruscos giros de cuello y las desorbitaciones oculares de la legión de currantes que mantienen mi calle en continuo estado de obra.

¡Qué pena que muchas sean tan maleducadas -en toda la extensión de la palabra-! Muy maleducadas, se lo digo yo. Aunque siempre hay sorprendentes excepciones.

O sea.

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