¿Cómo se hace realmente el pan de molde sin corteza?
¿Se trata del fruto de un oscuro experimento de clonación?
¿Se llamaba la primera rebanada "Dolly"?
¿Quién se la comió?
¿Es sano el pan de molde sin corteza o explota al contacto con la Nocilla?
¿Están las autoridades sanitarias más untadas que las propias rebanadas?
¿Qué será ahora de la primera y última rebanada, tan universalmente descartadas por las mamás y los niños de medio mundo y la mitad del otro?
¿Cuál es la verdadera relación del pan de molde sin corteza con la otra gran aberración panadera: el dónut sin agujero?
¿Donde están los límites de la ciencia bollero-industrial?
¿Qué traman los científicos locos a sueldo de las panificadoras en sus laboratorios de polígono industrial sin número?
¿Será la guinda de las pastas, esa que nadie se come, su próxima víctima?
¿Quizás las galletas sin nada que languidecen en el surtido días después de que sus más apetitosas compañeras de chocolate hayan sido devoradas?
Demasiadas preguntas sin respuesta y envasadas al vacío (para conservarse siempre frescas). Mientras, una novedad cada día en las estanterías del supermercado. A mí ya me da miedo hasta ir.
Última rebanada, no te olvidamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario