Como se avecinan las vacaciones de verano, una serie de consejos para viajar por Europa para todos aquellos sin el más mínimo interés por abandonar nuestras fronteras:
Portugal es la Meca mundial de la nostalgia. Unos cuantos días viendo edificios medio en ruinas y oyendo fados, y de cabeza a "melancólicos anónimos". Por otra parte, si prometió a sus niños llevarles a algún parque temático de esos con montañas rusas de infarto, le saldrá más barato ir a Portugal y montarles en un taxi.
Francia perdió gran parte de su atractivo desde que en España también se pueden ver películas guarras. En realidad, la gente no viaja a Francia, viaja a París. El principal atractivo de la ciudad es una torre con aspecto de estar a medio terminar y un museo donde hay un cuadro mucho más pequeño de lo esperado.
Holanda tiene dos grandes atractivos para el viajero, pero no es nada que no se pueda conseguir en las afueras de Madrid, y con el aliciente añadido de la clandestinidad.
Italia es un país donde lo único realmente organizado es el crimen. Tiene un montón de arte, pero también el Museo del Prado y en 40 años todavía no lo ha pisado, y eso que son sólo siete paradas de Metro con un transbordo, y no dos horas de avión.
Alemania. ¿Por qué cree usted que todos los alemanes veranean en Mallorca?
Inglaterra (léase Londres) es sólo aconsejable si desea conocer a turistas españoles en chubasquero. Acuda al Museo de Cera, le saldrá por una pasta y no tendrá ni la más remota idea de quién son muchas figuras, o haga la obligada visita relámpago al Museo Británico y pronuncie a la salida el ya tradicional: "Esto pa' verlo bien, bien, en una mañana, no se puede". Coma bajo su propia responsabilidad.
Portugal, única e inefable.
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