Son la horda invasora de temporada baja que se lanza a la conquista de la tierra prometido, por otro nombre, Benidorm. Cargan las cuatro cosillas que les hacen falta en su entrañable maleta de horrendo estampando y se unen a la expedición del autocar de super-lujo nominal. Será allí mismo donde hagan las primeras amistades. Se tratan de usted, se enseñan fotos de los nietos y hasta puede que el viudo más lanzado de la partida dispare sus primeras picardías. Seis horas, con sus tres paradas de rigor, bastarán para llegar a la costa.
De día, bajan a la playa para hacer gimnasia de mantenimiento; de noche, bailan descompasados al son mixto de los ritmos acartonados de su juventud y el último grito de los reyes de la pachanga salsera. Ríen, beben, cuchichean...los viudos empiezan a cruzar miradas. Ligues de verano en pleno mes de Marzo y a los 80. Besitos con la venia del difunto: "amor mío, que sepas que no te olvido, pero una tiene sus necesidades, y tú ya no estás aquí para saciarlas".
En resumidas cuentas, que nuestros mayores se lo pasan que te cagas, y muy bien que hacen.
¿Haciendo el gilipollas? No, los que lo hacemos somos todos los que madrugamos cada mañana para ir a currar.
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