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miércoles, 5 de marzo de 2008

Segundones, tercerones y demás.

Cualquier enciclopedia o pedante les revelará quién fue la primera persona en pisar la luna, romper la barrera del sonido o correr los 100 metros lisos en menos de 10 segundos. Pero, ¿quienes fueron los segundos y los terceros en hacerlo?

¡Mira que es puñetera la cosa! Se le niega a uno la inmortalidad y la gloria por cuestión de meses, días o, incluso de horas. Admito que lo más bonito, llamativo y -seguramente- meritorio es ser el primero, pero admita usted que la rabia que debe dar que nadie recuerde tu hazaña es de seguro de la talla XXXL.

Y, dando una vuelta más de tuerca al tema, ¿cómo se sentirá uno cuando te roban un apartamento con vistas a la historia no por mérito, sino por relativa casualidad? Me refiero a la cuestión del primer paso y paseo lunar. ¿Quién y cómo decidió?

Iban a ir tres en tíos en la nave: Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Supongo que lo suyo habría sido jugarse el tema de quién sale primero a los chinos o similar, pero la decisión la tomaron los peces gordos de la NASA. Oficialmente, se justificó que Armstrong fuera el primero porque era al que le resultaría más cómodo abrir la escotilla y salir. Extraoficialmente, parece ser que la NASA buscaba un tipo modesto como Armstrong y no un flipado de la vida como Aldrin.

En fin, moraleja de hoy, que la historia es un tren de acontecimientos a menudo pilotado por las casualidades.

Neil Armstrong tuvo todo el tiempo del mundo para pensar su frase para la historia. Tan famosa, que hasta generó una leyenda urbana (en realidad, un chiste verde. Si no se lo sabe, investigue ;.D)

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