Ni siquiera que todo un estadio Bernabéu coree tu nombre es garantía de inmortalidad deportiva. "¡¡¡Moraaaaales, Moraaaaales!!!", bramaban las gradas blancas hace ya algunos años. ¿Quién? Pues José Luis Morales, héroe de las victorias ramplonas sobre el Depor y el Atleti allá por 1994. Rey por un día (un par de jornadas, mejor dicho). Se perdió la Liga y poco después llegaba el Ferrari Raúl González Blanco, para arrasar con todo, incluido el pobre Morales, que se vio forzado a la emigración deportiva a Logroño y, posteriormente, Soria.
Moraleja: en deporte, salva contadísimas excepciones, nunca se es demasiado grande ni demasiado pequeño. Es una simple cuestión de circunstancias.
José Luis Morales, que le quiten lo bailaó.
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