Llega un momento de la vida en que tu propia existencia se ve reflejada en el pelo, pues en la vida, ganas o pierdes y, en lo referente a la cabellera, canas o pierdes (pelo). Y uno tiene dos opciones, o conformarse con lo que hay o cambiarlo. Siempre hay tintes, siempre hay pelucas, siempre hay institutos capilares de nombres exóticos. Tambien para el pelo. Usted mismo.
(Perdón por lo cortito y pamplinero de esto de hoy, pero escribo contra un reloj de pago y casi a oscuras. Vamos, de lo más romántico en el mal sentido de la palabra).
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