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miércoles, 26 de diciembre de 2007

La noche de los belenes vivientes.

Aunque ya sé que mezclar Navidad y terror no es una idea nada original (¿queda algo por inventar? Cuando crea usted que sí, meta la idea en Google y descubra que un estudiante de Bercinuño, Salamanca, se le adelantó), me parece que el concepto está poco aprovechado. Así que ahí va una idea freeware para los guionistas desmusados.

Un pueblecito de esos de toda la vida, decide ganar un poco de fama creando un super-belén digno de salir en "España Directo". Encargan a un escultor que haga figuras de tamaña natural en cartón-piedra. Lamentablemente, el alcalde se gasta la pasta del belén en una juerga y, para quitarse de complicaciones, manda asesinar al artista. Pero éste, que también tenía su puntito hechicero, lanza una maldición antes de morir.

La madrugada del día 28, Herodes y sus muchachos (pongamos que unos seis) cobrán vida y se lanzan a la caza, captura y degüello de todos los bebes del pueblo, empezando, como mandan los cánones del género, por el nieto del propio alcalde.

A partir de aquí, que el guionista de marras vea cómo sale del berrenjenal, que no le voy a dar yo todo el trabajo hecho.

Herodes se une al club de los Jasons y los Freddy Ks.

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