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viernes, 14 de diciembre de 2007

La madrastra de Cenicienta tenía sus motivos.

Poca gente tan incomprendida como los malos de los cuentos. ¡Qué nociva injusticia! Ya, desde bien pequeños, enseñarle a los niños que el mundo se divide en buenos y malos. Por lógica elemental, el niño y la niña siempre creerá ser del primer grupo y cualquiera que se opone a sus planes, pretensiones y deseos es el malvado de turno. Esta certeza nos acompaña ya durante toda la vida. Nosotros y nuestros aliados somos los príncipes del castillo y el resto son los canallas del relato, a los que es lícito e imprescindible machacar.

¿Alguien se ha parado a pensar en las pobres menopáusicas con (y sin) poderes mágicos que conformar la base de la plantilla del "Malos del Cuentos F.C."? Sus fechorías, de serlo, son sólo fruto, por ejemplo, de la inseguridad y el miedo a que la juventud se les escape de las manos como el mercurio (líquido) o el temor de que sus amadas niñitas no encuentre en el marido adecuado. La señora de "cincuenta y" que esté libre de estos pecados, que pegue la primera pedrada.

Por tanto, amiguitos y amiguitas, un poco de empatía y comprensión,que el pobre lobo de Caperucita también tenía derecho a comer, ¿no?


Por culpa de la Cenicienta esta de los huevos no voy a colocar a mis niñas. !Hay que joerse!

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