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jueves, 13 de diciembre de 2007

El chico gana todas las batallas, pero la chica siempre gana la guerra.

"Dicen que los pensamientos duran más en el cerebro de un hombre que de una mujer. Debe ser porque están envasados al vacío".

"Han mandado a Marte una nave tripulada por 3 orangutanes. También va una mujer. Alguien tenía que limpiar las cacas de los monos".

Es el tipo de chistecitos machistas o feministas que inundan nuestras vidas (y nuestras bandejas de entrada). Primera línea de fuego de eso que llaman la guerra de los sexos. Hubo una época que me parecían muy divertidos, pero ahora me aburren. Quizás porque se han acabado las ideas vírgenes sobre el tema. Quizás porque es una lucha absurda.

El más malote de los malotes acabará llorando furtivo en el banco de un parque público porque "la Saray" le ha dicho que nones. Luego, cuando aparezcan los colegas de turno, meterá sus lágrimas en el bolsillo del chándal, se sacará lustre al oro y, con la visera de la gorra tendiendo al infinito, se irá con la sonrisa de mentira puesta a ahogar sus penas en agua de chino y los cálidos abrazos de la "2+2" (mote que la chica en cuestión se ganó en el barrio por ser muy fácil).

Porque, en realidad, las chicas nunca pierden, sólo, de vez en cuando y sin que te enteres, te dejan que empates.

Nuestro amigo posa para la cámara "mazodechopolvo" por las calabazas de "la Saray".

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