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martes, 11 de diciembre de 2007

Con traición a las cuatro ruedas.

Ser un traidor es entrar a la historia por la puerta falsa. Hay cientos de traidores celebres, con "el comensal número trece" a la cabeza. Algunos tienen la fortuna de ser héroes o villanos, según dónde se cuente la historia. Otros, la mayoría, son simplemente odiados por las masas.

Se traiciona porque hay mucho dinero o poco amor en juego; por ambición o por celos. O simplemente por traicionar, que es infinitivo. Se traiona a las personas, a los ideales y, por supuesto, a uno mismo.

Así que la próxima vez que quede con sus amigos, piense que, quizás, alguno acabe traicionándole, acaso sea el más querido, en el que más confianza se tiene. ¿Quién le asegura que no lo ha hecho ya? ¿Soy yo el traidor, por intentar hacerle desconfiar? Nunca se sabe, nunca se sabrá.

¿Cuántas veces me habré quemado por poner la mano en el fuego por quién no debía? Moraleja: confía en todo el mundo, pero vigila tu espalda.

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