Sólo los verbos conocen realmente su futuro; sólo los trenes conocen su destino con certeza.

¿Está el destino escrito? ¿Dónde? ¿Por quién? Estas son tres preguntas básicas que todo ser humano se ha hecho en cualquier momento de su vida. Traducido: Si se sabe qué me va a pasar, ¿dónde me puedo enterar y a quién le echo la culpa?

Los hay que dicen que nosotros somos dueños y arquitectos de nuestro futuro; los hay que creen que todo está atado y bien atado y somos sólo marionetas de figuración en la función matinal de un Gepetto Cósmico (¿Habían oído alguna vez una manera más original de llamar a Dios?). Los hay que creen en la casualidad; los hay que creen que es mucha casualidad. Los hay que creen que hay personas con el poder de ver el futuro en los sitios más insospechados (existe incluso la llamada "copromancia", que predice el futuro a través de la caca de un particular); los hay que se tiran de risa cuando les sacan el tema.

Yo no tengo la solución del puzzle, siento la decepción. Que cada cual adopte la teoría que más se adapte a su modo de ver y vivir las cosas. Lo que si está claro es que si un tío se mata por bebido ir a 234 por la N-23, que nadie me venga con lo de: "Estaba escrito. Era su destino".


El Profesor Zoltan conoce tu futuro. Peor sería que conociera tu pasado.