Es tanto el apego hispano por hacer las cosas tarde, que hasta inventamos el revolucionario concepto: "de...a....". En otros países, se queda "a las 4", aquí es "de 4 a 4 y cuarto". Lo que genera un batallón de pringados (capitaneado por un servidor) que llega a las 4 menos 5 "por si acaso".
En fin, que esta es mi pataleta de hoy. La una persona que ha pasado demasiado tiempo de su vida dando vueltas por estaciones de Metro o al pie de monumentos típicos, simulando leer los carteles y mirando de reojo al reloj. Además, no me pregunten por qué, esperar me pone muy paranoico: "¿Habíamos quedado aquí?", "¿era hoy?", "¿se está riendo ese tipo de mí porque cree que me han dejado plantado?", "¿me han dejado plantado?"....
¡Ojalá pudiéramos ser un poco más respetuosos con el tiempo de los demás!
No obstante, algo he sacado de positivo. He de confesar que la gran mayoría de mis pamplinas son fruto de la mi pugna contra el aburrimiento en tantas y tantas horas de espera. De hecho, me acabo de dar cuenta que nada me inspira como esperar.

Le doy 5 minutos. Si no aparece, me piro.
Por cierto, quede claro y manifiesto que siempre que me ha tocado esperar la persona o personas en cuestión han merecido la espera.
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