El caso es que llegó el mamut y Bruk Bruk se hinchó a abatir caverfantes, con lo que la admiración de la niños del lugar se volvió extrema. Tanto que un padre le ofreció a Bruk Bruk veinte pieles de cabra a cambió de la lanza que su encaprichado chaval deseaba a toda costa. Bruk Bruk, listo él, no tuvo inconveniente es cambiar aquel simple trozo de madera afilada por las preciadas pieles. Terminado el trueque, cogió una rama fuerte, se hizo otró "Grokququi" y se fue a su caverna a cenar.
Ansioso de presumir de su nueva adquisición, el niño malcriado con papá cabreado que criaba cabras se lió a pintar escenas de caza en las paredes del poblado, con el fin de restregar a sus amiguitos que él tenía a "Grokququi" y ellos, una porquería casera.
No pasaron muchos días antes de que otros progenitores se acercaran a Bruk Bruk en busca del deseado tesoro que sus nenes reclamaban a punta de berrido. La demanda crecía y crecía, tanto que Bruk Bruk empleaba más tiempo con manadas de padres que de mamuts. Pero estaba contento, porque se estaba haciendo de piel de cabra (lo malo de los negocios anteriores a la Edad de los Metales es que uno no se podía hacer de oro).
Entonces, cuando Bruk Bruk se frotaba las manos pensado en que se iba poder retirar de la caza, llegó la tragedia. Ya todos los niños tenían "Grokququi", por lo que nadíe venía a comprar. Entonces, Bruk Bruk, genio prehistórico del marketing, cogió una lanza y un poco de sangre de mamut y le hizo cuatro símbolos raros e inventados en el mango. Lo llamó "Husidf" y se fue a pasaportar mamuts con ella.
Al día siguiente, decenas de "Grokququis" alimentaban las hogueras del lugar, mientras una cola de barbudos con pieles de cabra bajo el sobaco esperaba su turno para conseguir una "Husidf".

El astuto Bruk Bruk acabó sacando hasta una linea femenina de cachiporras: "Husidf for her". En la foto, la premodelo Yuhyu para Bruk Bruk Inc.
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