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lunes, 29 de octubre de 2007

Don Apodo Sobrenombre, alias "Mote".

Yo nunca tuve mote en el colegio. Debe ser porque lo traía de serie. "Jackson" fui, he sido y seré. No me disgusta. Los Jacksons somos una casta extendida por los cinco continentes. Hemos ganado las más altas condecoraciones militares, escrito libretos de Zarzuela o sido fritos en la silla eléctrica. Pocos apellidos hay tan variaditos.

El caso es que la mayoría de la gente tiene su apodo reglamentario. Los de alta cuna, esos que se llaman Gonzalo, Pelayo, Álvaro, Rodrigo o Borja, tienen un bisílabo, generalmente reflejo de su incapacidad infantil para pronunciar correctametne su propio nombre o el de otros. (Me llaman Fufo porque de pequeño llamaba así a mi hermano "Adolfo").

Los chicarrones de barrio tienen algo mas agresivo, con su artículo reglamentario. "El Paello", "El Anfeto", "El Moski", todo con su leyenda urbana de rigor. (Es que tenía muchos granos o "de kani" se comía las moscas que cazaba).

En resumen, que nuestros padres nos dan un nombre de pila para el DNI, la boda y poco más. Personalmente, si algún día tengo un hijo, le transmitiré con orgullo esa maldición familiar de ser "el Jackson" (a menudo, pronunciado "yanson", "yarson" o "yason") y, de paso, le libraré de esa peste llamada "mote".


Google imágenes nos devuelve a este caballero si buscamos "Anfeto". Sin comentarios.

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