Para todos aquellos que no vieron jugar a Julito Salinas (¡¡¡Salinas!!!), aquí tenemos uno de sus grandes momentos: la cagada reglamentaria de España en cuartos, versión Estados Unidos 94. En ese momento se iba empate a uno, y quedaban minutos (poco después nos meten el 2-1 y pa' casa).
Este, amiguitos, era Julio Salinas. Por suerte para él, su amistad con el seleccionador Javier Clemente le garantizó una internacionalidad que pocos se explicaban y que, como se ve, nos costó las semifinales.
Así que no critiques tanto, Julio, que tú también tenías lo tuyo. Y, por favor, cesa en tu empeño de querer ser gracioso.
1 comentario:
eso es tener mala pata vaya faena
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