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martes, 29 de mayo de 2018

Agua que (ideológicamente) no has de beber... (4)

-Fuente, fuente, lo que se dice fuente, siempre habíamos tenido la fuente de siempre, la del agua de San Ciprián. En esa hemos bebido todos de chiquillos, yo mismo incluido. La fuente de toda la vida, como quien dice -comenzó a relatar el agente de la autoridad.

-E intuyo que ésa es de la que hay que beber para que no te arree el tío Braulio.

-Y bien intuido está.

-Entonces, ¿para qué leñes pusieron la otra?

-Ahí está el intríngulis del asunto. Que llegaron los otros.

-Los otros son lo que no piensan como el tió Braulio.

-Eso mismamente es, que les pusieron de alcaldes, por poco, pero les pusieron, y lo primero que quisieron hacer fue tratar de cambiarle el nombre a la fuente, y quitarle lo de San Ciprián para ponerle fuente de Casto Cardeñón, que fue alcalde la otra vez que ellos habían ganado y tenía la casa en esa misma plaza, y le encantaba beber de esa fuente.

-Pero, ¿qué problema hay en eso?

-¿Cómo que qué problema hay? ¡Que esa es la fuente del agua de San Ciprián, y siempre lo ha sido y siempre lo será! ¿Por qué tienen que andar cambiándole el nombre a las cosas? Además, que lo hacían a mala idea, porque a ellos todo eso de los santos no les va ni un pelo, que bien claro lo dejan en el bar.

-Por lo que veo, se debió de armar bien gorda.

-¡Gordísima! Menos mal que vino uno de la universidad de la capital de provincia -invitado por el señor cura en persona- y dijo no sé qué de que el nombre lo habían puesto en la edad media y cambiarlo sería una barbaridad. Y, claro está, siendo el señor de una universidad, los del ayuntamiento se achantaron. Pero, de puro cabezones que son, dijeron: "Casto Cardeñón se merece una fuente y la va a tener". Así que cogieron a un fontanero y tres albañiles, y ya vio usted el resultado.

-¿Y no podían haberla hecho en otro sitio?

-¡Pero es que ellos decían que el Casto vivía en esa plaza! ¿Por qué tenían ellos que irse? ¡Que se fuera San Ciprián!

-Ya veo por dónde van los tiros, ya.

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