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lunes, 27 de noviembre de 2017

Valor sin Valor (7).

Hay profesionales que trabajan para ganar dinero con el que poder vivir y hay profesionales que trabajan para poder vivir (y lo del dinero es un extra que nunca viene mal). Estos segundos siguen una voz muy poderosa y a la vez muy canalla llamada vocación.

No hacía falta haber estudiado periodismo para percatarse de que el comisario Kewabó tenía una historia que contar y Johanna se tenía por una periodista de raza que iba a contarla (aunque, después de la charla con su jefa ¿dónde? Bueno, ya vería). Sin duda era una malísima idea, sabía de sobra que -no sabía quién, pero claramente alguien que tenía pinchado el teléfono del comisario- era consciente de que no había llamado a Kewabó para anular la cita. Seguramente la estaban siguiendo, o ya le esperaban allí. ¡Puñetera vocación!

¿Estaba tonta o qué? Aquello no llevaba a ninguna parte, sólo a meterse en un lío muy gordo con alguien todavía más gordo. Pero, por otro lado, si tanto admiraba a Magnolia Glenn y su valor, ¿cómo no aprovechar una oportunidad de ser valiente ella misma?

Miró por el retrovisor de su coche. No parecía que la estuvieran siguiendo. Aunque, esa gente es profesional de seguir a gente sin que les pillen. ¡Pero si sabían dónde iban! ¡Seguramente ya le estaban esperando allí!

"¡Da la vuelta, tonta del culo!", se repitió a sí misma por enésima vez mientras se paraba en un semáforo.

Entonces, una sombra surgió de la nada. Abrió la puerta trasera y se coló de un brinco.

"Bueno, ya lo has conseguido, niña. ¡Te van a matar por imbécil!"

-¡Por favor, no me mate, le juro que no voy a ninguna cita con Kewabó!

-Ya estás en la cita con Kewabó, señorita periodista.

-¿Perdón?

-Cuando se ponga el semáforo verde, acelera y métete por la primera por la izquierda. Más tarde habrá tiempo para las presentaciones.

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