14.El
lobo herido.
Humillar al intrépido
periodista no salía gratis, ni tan siquiera barato.
-Tranquilo, el cuadernillo ese
de ejercicios no va a aparecer y con eso nos va a ser suficiente para
ganar -le tranquilizó su compinche el señor letrado.
-Puede que sí o puede que
no...Además, mi periódico querría algo más llamativo, más
visual...
-¡Pero tú mismo me has dicho
que el tío estaba más feliz que una jodida perdiz en aquel equipo
de fútbol!
-¡Estaba feliz porque es
tonto! Está en el equipo, pero no es parte de él. ¡Se ve a la
legua, pero el tío es tan estúpido que no se percata!
-Lo siento, mientras él de
toda la sensación de felicidad, no nos vale.
El intrépido periodista
asintió. Sabía que el señor letrado tenía razón. Pero, no
obstante, esa gente no se iba a librar de su ira en forma de
revancha.
-Creo que ha llegado el momento
de proponer a mi periódico que publique un reportaje sobre la
excesiva competitividad en las ligas escolares.
El señor letrado sonrió.
-Me parece una buena idea.
-Sin duda, es positivo que se
inculque a los muchachos el valor del esfuerzo y la superación
personal, pero no a costa de sacrificar otros como el compañerismo y
los principios morales que el deporte debe trasmitir.
-¡Por no hablar de cómo se
ponen algunos padres en los partidos!
-De vergüenza ajena.
-Totalmente contraproducente.
-Lo fundamental es que los
chicos se diviertan -todos los chicos-, aunque sea a costa de perder
un partido. Porque, ¿de qué sirven dos puntos si se pierde el
espíritu deportivo?
-Exacto. Incluso aunque esos
dos puntos se entreguen frente al máximo rival para ganar el
campeonato.
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