-¿Ni uno?
-Todos vendidos, hasta el último. Sólo quedan los de aquí.
-¿Cómo es posible?
-Dímelo tú, que eres el genio de los negocios.
-¿Y qué hacemos?
-Pues asumir que la fiesta termino. Las mantequerías locales todavía dan para que tu familia y tú viváis bastante bien. Pero los lujos se tienen que terminar.
-¿Y quién se lo explica a Virtuditas y a los niños? ¿Qué dirán nuestros amigos?
-Te repito que tu situación ya no es la que era ni de lejos. Cuanto antes lo asumas, mejor.
-¿Tú crees que alguien me compraría las mantequerías bajo la condición de no hacerlo público?
-¿Perdón?
-Son locales grandes en unos sitios cojonudos y tú mismo dices que siguen dando beneficios.
-Limitados. Me cuesta pensar que algún inversor pueda interesarse.
-¿Si lo ofrezco tirado de dinero?
-¡Tú estás loco!
-¡Díez, seguro que el mamón de Díez se tira como un buitre a firmar el contrato por el precio que le voy a ofrecer!
-¡Faustino, por el amor de Dios, recapacita! ¡Que te vas a quedar sin nada!
-Bueno, sin nada...Están los cuatro pisos y el chalé de la playa.
-¡Uno de esos pisos es tu casa!
-¡Tú búscame el teléfono de Díez y deja de ser tan chinche!
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