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jueves, 4 de julio de 2013

Los Casos de Woodchat Shrike: Algy, "el Afortunado" (7).

El jefe de la casa de apuestas no tardó el personarse, y su decisión fue rápida, tajante y lógica.

-Lo siento, amigo, no podemos aceptar esa apuesta, es mucho riesgo.

No rechisté. De hecho, hasta era un alivio.

-Lo entiendo. Gracias.

Era lo mejor que podía pasar. Ahora, quizás, se podría convencer a Cornell para que dedicara toda esa pasta a un buen fin.

-Lo siento, padre. pero no se puede hacer la apuesta, se arruinarían si tuvieran que pagarla.

El restro de sacerdote se tiñó de decepción y sorpresa a partes iguales.

-Pero, ¡eso no puede ser! ¡Es la última voluntada de un hombre que va a morir!

-Bueno, comprenda que he obviado ese dato...Mire, lo mejor es que hable usted con el apostante y le convenza de que le dé el dinero a su parroquia. Lo otro sería tirarlo.

-¡No, no, no!

El sacerdote me cogió el dinero de la mano y, sin dudar, se metió en la casa de apuestas. Yo le seguí. Los pocos tíos que había dentro se le quedaron mirando, con una mezcla de incredulidad y guasa.

Al jefe se le pusieron los ojos como platos.

-Perdone, hace un momento este amigo ha querido hacer una apuesta en mi nombre, y usted le ha dicho que no.

-Sí, padre. Entienda que nosotros no tenemos 20.000 libras.

Decidí que había llegado el momento de echar una mano.

-Pero, amigo, ¿de verdad cree que va a ganar? ¡Un penco que va 200 a 1!

-Esto es un negocio de apuestas, los que tienen que arriesgar y perder su dinero son los clientes, no nosotros. Lo siento, no puedo. De hecho, nadie cubrirá esa apuesta. Nadie se va a jugar su empresa por 100 cochinas libras.

La cara de decepción que se quedó al sacerdote era realmente impresionante.

-Pero....¡es la última voluntad de un hombre que va a morir!

-Lo siento mucho, padre, no puedo hacer nada.

Incluso a mi se me estaba haciendo un nudo en el estómago. Cierto es que no es fácil encontrar a alguien que se arriesgue a perder 20.000 libras en una apuesta. Pero es mi profesión se conoce a mucha gente -aunque a menudo por muy poco tiempo- y, quizás, yo podría gastar un favor por ese cura.

-¡Vámonos, padre, aquí no hacemos nada! Y puede que yo tenga a la persona que necesita.

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