Los pajaros estaban cayendo con moscas. Entre la gente del pueblo, que los humos de la fábrica estaban diezmando a la población de aves era un secreto a voces, posiblemente porque el nuevo aparato de la chimenea, lejos de anular su efecto nocivo, lo hacía todavía más intenso. Pero, cuando sabes que tu puesto de trabajo puede estar en juego, tú callas aunque los pobres bichos están cayendo. Es el principio de la supervivencia del más fuerte aplicado a la Era Industrial.
Las asociaciones ecologistas intentaban denunciar el escándalo, pero a los locos esos del medio ambiente sólo se les da voz cuando interesa.
Alvaro, por su parte y por su conciencia, seguía con interés las investigaciones hasta que, por fin, pudo confirmar que había un dispositivo que sí era efectivo contra las dañinas emisiones. Corrió a darle la gran noticia a su jefe.
-¡Don Julio, ya lo tenemos, por fin hay un aparato que soluciona el problema de la Glaxosemin!
-¡Estupendo, esta misma tarde llamaré a de la Arriajo para empezar a planificar el asunto!
-No, Don Julio, esta patente no la distribuye CleanAirTerra. ¡Se les acabó el sucio negocio!
-Sshhh...Cuidadito, que aquí de negocios hablamos los mayores, Alvarito. Tú limítate a tus experimentos. A ver, dime quién lleva la nueva patente y vuelve a tu puesto de trabajo, que no se te paga por estar de cháchara.
Decepcionado -parecía nuevo-, Álvaro se volvió a su laboratorio. La vida de un montón de seres vivos dependía de que a CleanAirTerra y al Señor Ministro, les resultara rentable comprar la nueva patente. Esperaba que fuera así. Para intentar lograrlo, iba a preparar un informe favorable sobre el nuevo apararato. Por una vez, un informe veraz. Aunque, también por una vez, igual no le hacían ni el más mínimo caso. En política, uno sólo cuenta la verdad en el muy improbable caso de que no haya una mentira mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario