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viernes, 12 de octubre de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: Probar el Polvo.

Siempre es agradable que la Casualidad te regale un encuentro con un antiguo alumno, es especial si ponerse al día de su vida es un previsible festín de buenas noticias.

-¿Qué tal, Ñugoaga? ¿El señor ingeniero es demasiado importante para saludar a los antiguos amigos?

-Ah, hola.

Ñugoaga, como siempre, demasiado enfrascado en su Olimpio particular y exclusivo de fórmulas y teoremas como para ocuparse del mundo terrenal.

-¿Cómo va todo, figura? ¿Ya te han hecho catedrático o van a esperar a que termines el primer año de carrera?

-Bueno, normal, un poco más complejo que en el cole, pero...¡bah!

Ñugoaga nunca fue la persona más entusiasta o expresiva del mundo, pero aquella apatía tan plomiza parecía demasiado.

-¿Va todo bien, Ñugo?

-No, es que vengo de sacarme el carné de conducir, bueno, en realidad de intentarlo, porque me han suspendido.

-¡Pero eso no es el fin del mundo, a la próxima seguro que cae!

-¡El mundo es una mieda! -dijo el chaval al tiempo que rompía a llorar.

José Luis Trestuestes se quedó sin palabras, algo bien poco frecuente en él. Se acababa de percatar de que el Proceso Educativo, incluso cuando aparentemente funciona a la perfección, resulta absolutamente imperfecto: Alberto Ñugoaga había terminado toda su educación infantil, primaria y secundaria sin suspender un solo examen, sin saber a qué sabe el fracaso, sin probar el polvo...Y ahora, cuando un profesor de auto-escuela -con razón o sin ella- se lo había dado a catar, Ñugo carecía de las herramientas para digerirlo. Y lo peor era que, sin duda, no sería la última vez que se iba a topar cara a cara con el Fracaso, y de mucho mayor calibre que aquella mera anécdota.

José Luis Trestuestes se despidió de Ñugoaga con una palmadita en la espalda y un puñado de insulsas palabras de ánimo (lo que hace un profesor que no sabe qué hacer).

Irónico que, muy probablemente, Ñugoaga acabara de recibir una de las lecciones más importantes de su vida de manos de un profesor de auto-escuela.

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