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domingo, 30 de septiembre de 2012

Gracia del Río (Un Pueblo con Poco de Ambas): Vicentín Valdón, Comensal Profesional de Profesión.

Vicentín Valdón siempre fue muy callado desde niño (quizás por eso se le daba tan bien escuchar) y estaba armado de una paciencia que le convertía en una superpotencia del ramo, casi al nivel del mismísimo Job.

Con estas cualidades innatas, y echándole imaginación a la dura papeleta de buscarse un empleo, Vicentín Valdón se hizo el único comensal profesional conocido del mundo (tambíén conocido, se entiende).

Su labor es muy sencilla de explicar (pero dificilísima de poner en práctica): en cualquier comida de cualquier tipo (empresa, familiar o de amigos), siempre hay un elemento junto al que nadie quiere sentarse, ya sea porque es extremadamente dado a contar batallitas, es un quejica que todo le parece muy mal o cualquier otra desagradable circunstancia. Y aquí es donde Vicentín Valdón entra en juego.

Lo primero es situar al elemento de marras en una esquina de la mesa, de modo que la única persona que tenga a su lado sea el heroico Vicentín. Entonces, éste escuchará pacientemente y sin rechistar (de hecho, fingíendo un interés más que creible) cualquier batalla que se le cuente -aunque ya se la sepa de memoria de servicios anteriores- o, si es lo que se tercia, soportará las quejas y gruñidos del buen señor o señora sobre la calidad de los alimentos, servicio o aire acondicionado, dándole la razón de modo bien enérgico en todo momento.

A Vicentín le va muy bien en su peculiar profesión, y ha trabajado para clientes de muy alto copete, casa reales incluidas (de hecho, está especializado en lidiar con la esposa de un rey nórdico de cuya nombre no quiero acordarme que ya le ha encajado el relato pormenorizado de la boda de su hija en siete cenas de gala siete).

Además, y por aquello tan de moda de diversificar negocio, Vicentín también ofrece sus servicios para viajes en tren, jornadas playeras o, en general, cualquier ocasión social en que un plomazo redomado ande suelto.

Como es bien comprensible, cuando no está de servicio a Vicentín le gusta cenar solo y en silencio.

Deformación profesional, sin duda.



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