Entre el tipo de mi lado en el avion ,que padecia de cabezadas de cinco minutos crónicas y luego se dedicaba a espiar todos mis movimientos por puro tedio, y la escandalosa pareja de brasileiras del asiento de atrás (por la voces que daban, no piense usted mal), leer en el avion tampoco fue sencillo.
"Empezaba a pensar que me estaba dejando dominar por mi imaginacion, lo que no era una buena idea en asuntos de vida y muerte como los míos. Había cadáver y asesino confeso. Punto.
El padre y coronel no estaba triste porque era un guerrero al servicio de su Graciosa Majestad y esa gente es así, el policía que detuvo al criminal era un viejo subordinado suyo sin duda porque el propio coronel le pidió que le echara un ojo a su hijo después de los partidos mas problemáticos, y como había sido tan incompetente que lo mataron ante sus propias narices, no quería que se supiera nada del tema.
Y a mí no me llamaban de de la carcel de Pentonville para hacer el trabajo porque alguien estaba mosqueado conmigo por Dios sabía la razón, o porque les parecería mas justo repartir la faena.
En cualquier caso, sólo deseaba que no hubieran llamado a "El Paleto". No, no creo que fueran tan estúpidos, que ese era un carnicero de probada ineficacia que seguía en "la Lista" por el mismo enchufe por el que lo habían metido.
(Sí, en teoría yo no conocía a ninguno de mis infames colegas, pero ya le comenté que todo norma tiene excepciones).
En cualquier caso, y por muy asesino que fuera, O'Regan se merecía una muerte digna y rápida. Y eso sólo se lo podía ofrecer el mejor.
O sea, yo"
La azafata con el carrito del refrigerio, siempre tan oportuna y fastidiosa, volvió a interrumpir mi lectura.
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