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jueves, 19 de noviembre de 2009

Vagones de Metro (En el Fondo, Se Os Quiere).

Las campañas publicitarias del Metro son siempre un éxito, y permiten que los publicistas que las diseñan se costeen unos coches estupendos.

De todos modos, aunque no se hicieran, la gente seguiría viajando en Metro igual. Sí, el Metro es el transporte de los que no tienen más remedio. Aunque, es innegable, la cosa tiene su encanto (puntín rancio y monótono en clave de traqueteo).

Ese que va mirando para otro lado, y que tú le miras, y que (por arte de magia), gira la cabeza y empieza a mirarte, y es entonces cuando tu empiezas a mirar para otro lado.

Ese señor de bigote con una mano en la barra y la otra en el "Marca", primorosamente doblado por la mitad, y guardando el equilibrio con sorprendente facilidad a cada desafío de las leyes de la Inercia.

Esa solterona de perfecto tópico, leyendo el Premio Planeta con una absurda sonrisa en los labios.

Ese tipo haciendo una sopa de letras apoyado en la mochila que atesora las herramientas del oficio.

Esas niñas pijas de carpeta con bebé y planes de fin de semana, compartiendo su vida a voces con todo el vagón.

Ese currante cabeza en mano y cerrado de párpados, jugando los minutos de descuento de su noche de sueño, y que, maravillas de la rutina laboral, se despierta milagrosamente en su parada correspondiente.

Esa pareja de recogída del Paraíso terrenal y nocturno que se besa compartiendo asiento ante la escandalizada presencia (mirando a otro lado) de una señora de esas que madrugan mucho para ir a nadie sabe dónde.

Esos millones de mundos que caben en un túnel, circulando por las venas de la ciudad.

Ese Metro que no vuela sino que, en realidad...

...Late.

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