Todo el mundo en el colegio recordaba a Gerardo Carnero, alias "el Geri", por aquella mítica frase. También, claro está, el destinatario. Sí, por aquella época José Luis Trestuestes lucía una poblada barba.
Ahora, seis años después, "el Geri" volvía al colegio que juró no volver a pisar ni muerto. Le piden no sé que certificado para lo del curso ese de parados sin graduado escolar.
Esperaba sentado en la recepción, con la mirada puesta en el suelo, no sea que le reconozcan más de la cuenta. Pero fue inútil, la primera en la frente.
-¿Eres tú, Geri?
(¡Joder, el "Trestuestes"!)
-Yo, mismo.
-¡Vaya! ¿Qué haces por aquí? ¿Cómo te va?
-"Pos" me va regular. "Parao" de la construcción. A eso he venido, a por unos papeles que me piden.
-Bueno, la cosa está achuchada para todo el mundo, Geri.
-Ya...A ver si hay suerte.
-Seguro que sí...¡Jo, estás hecho un hombre! Ya debes tener...¿20 años?
-22.
-Lo dicho, todo un tío. Has cambiado un montón.
-Sí, aquí era un poco niñato gilipollas.
-Bueno, un poquillo.
-Un muchillo. Pero vamos, que ahora me he "reformao". Que curro de lo que sea y como el que más, se lo juro. ¡Un tío "honrao" que soy, joe!
-Pues eso es lo que cuenta...En fin, que me tengo que ir. Mucha suerte y ven a vernos alguna vez, leñe.
Se dieron la mano, con sinceridad. Había que pagar aquel apretón que se adeudaban mutuamente desde hacía tanto tiempo.
Aquella tarde, José Luis Trestuestes se pasó todo el trayecto en bus a casa maravillado por lo ambiguo, relativo y engañoso que resulta el termino "fracaso escolar", porque el proceso que convierte a un pinta de parque y esquina en un honrado ciudadano es todo menos un fracaso.

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