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viernes, 16 de enero de 2009

Perdón si te hice daño, intenté que fuera lo más colateral posible.

Los eufemismos son los ilusionistas del diccionario: intentan que tu mente piense hacia otro lado mientras se guardan la verdad en el bolsillo. La mayoría, como ilusionistas que son, son seres bienintencionados e inofensivos que tan sólo pretenden hacernos la vida más llevadera y agradable (que, porgamos por caso, una chica "poco agraciada" siempre se siente un poquito menos fea).

Pero también los hay muy, muy bastardos, como los magos que usan la destreza de sus manos y su lengua para sacarle los duros a un turista con tres cartas y una caja de cartón. De todos estos, "daño colateral" se me antoja de los peores.

La expresión "daño colateral" fue un daño colateral de la guerra de Vietnam. Cuando matar a personas indefensas dejó de resultar socialmente aceptable (por mucho que fueran parte integrante de eso tan abstracto de "el bando enemigo"), alguna cabeza sin corazón del Pentágono se inventó el término. Y, la verdad sea dicha, funciona a las mil maravillas. Vamos, que parece que uno dice: "sí, la bomba ha alcanzado a una guardería y han muerto varios niños, pero poco".

Lo que yo me pregunto es si la puerta del Cielo (porque un señor que estaba tan tranquilo en su casa y le cae una bomba no puede ir a otra parte, por muy malo que haya sido) será la misma para todos los que mueren asesinados,o habrá una para las "víctimas inocentes de la barbarie y la sinrazón" (o sea, los de mi bando) y otra para los "siempre lamentables pero del todo inevitables daños colaterales" (o sea, los otros).

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