De lo anterior se deduce que, ahora, para ser político sólo hace falta tener pinta de serio y saber recitar despacito y que se te entienda; y, para ser humorista, lo único que se precisa es eso que llaman "vis cómica", en otras palabras, decir las cosas con mucha gracia.
Que sí, que está muy bien. Pero que me gustaba más cuando los políticos y los humoristas tenían algo por dentro, cuando eran algo más que fachada milimétricamente asesorada.
¡Qué le vamos a hacer!

No hay comentarios:
Publicar un comentario