Estudiando que estuve yo matemáticas de los 4 a los 16 añitos, y de lo poco que he sacado en claro de tanto estudio es que fueron 12 años.
Las formulas secretas de ecuaciones, logaritmos y trigonometrías varias hace tiempo que se me olvidaron. Pero hay algo que aprendí en clase de Matemáticas y que me fascinó tanto entonces como ahora: el poder de la simplificación.
¡Qué inmenso placer cuando uno podía liarse a tachar de arriba y tachar de abajo, y quedarse con 1/2!
A menudo creo que todos seríamos más felices si supiéramos hacer lo mismo con nuestras vidas: coger de aquí y quitar de allá; esto se va con aquello...¡y ya está!
Que igual la ecuación de la dichosa (en el más amplio sentido del término) felicidad es más sencilla de que lo nos creemos (o de lo que nos quieren hacer creer).
Es cuestión, tan sólo, de aprender a manejar las matemáticas del alma.
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