Curiosamente, tuvo una importancia relativamente menor, pues tan sólo significó la victoria en un partido y una primera ronda eliminatoria. Poco cosa cuando uno ha ganado seis títulos de la NBA.
Y es que, sin duda, "The Shot" se ganó la inmortalidad no por el fondo, sino por la forma. Por la contagiosa explosión de euforia de un Jordan aún virgen de títulos (de hecho, tendría que esperar dos años más para ganar uno) mientras al fondo, en cruel contraste, se nos hinca en las tripas la absoluta desesperación de la derrota encarnada en un Craig Ehlo tirado en el suelo. Impotente, hundido.
Esto, señores, es el deporte. Para bien o para mal. Porque lo importante deja de ser participar cuando uno supera la categoría infantil.

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