El fútbol genera pasiones, ilusión y alegría, y la gente apasionada, con ilusión y alegre genera mucho dinero. Es cuestión de que las empresas jueguen bien sus cartas.
Primero, como en cualquier juego, hay que jugársela. Aquí se paga por anticipado y se cruzan los dedos para que las cosas salgan bien. Es un deporte de riesgo, como atestiguaban tantos batacazos previos.
Pero, como en este caso, cuando la cosa sale a pedir de directivo, el grifo del chorro dorado puede estar meses abierto: anunciantes que me dan su alma a cambio de un espacio publicitario, patrocinadores que me patrocinan hasta los estornudos, fans que compran ávidos todo el lote del buen hincha.
Atrás quedaron los tiempos oscuros en que las camisetas oficiales de la Selección veraneaban languideciendo a mitad de precio en la sección de oportunidades. Este año, presidiendo el escaparate y a su precio reglamentario.
Y mientras, los ancianos empresarios de antaño lloran y se lamentan amargados. ¿Cómo pudieron ser tan tontos de consentir que cualquier camiseta roja con un escudo cosido y un número de esparadrapo negro fuera la camiseta de la Selección de varias generaciones de niños? ¿Por qué no se les ocurrió a ellos el maravilloso concepto de "producto oficial"? ¿Por que siempre creyeron que la camiseta sólo se les podía vender a los críos?
¿A qué niño español de los ochenta no le echaron uno de estos los Reyes Magos? Se nos cortaban las palabras de la emoción. Ahora, te dirán que no es la "oficial".
"Música a cuento de..." Fútbol y productos. "World in Motion" del grupo "New Order" fue la canción oficial de la selección inglesa para el Mundial de 1990.
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