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martes, 15 de abril de 2008

Un regalo divino.

Un día, Dios se acercó a Adán con una caja en la mano. "¿Qué llevas ahí, Padre?", preguntó Adán. "Como te veía muy ocioso, te traigo esto para que te ocupes en algo", respondió el Creador. Ansioso, Adán quitó la tapa y se quedo mirando perplejo lo que parecía ser una macedonia de trocitos de múltiples formas y colores. "Lo llamo rompecabezas. Vúelcalo y lo comprenderás", le indicó Dios antes de marcharse.

Un par de días después, Dios volvió a visitar a Adán. Lo encontró tirado en el suelo, completamente rodeado por cientos de pequeñas piezas que él no paraba de coger, examinar cuidadosamente y desechar con un suspiro de derrota.

-¿Que tal, Hijo? -preguntó Dios.
-Aquí me tienes, Padre. ¡Tan loco me trae esto que dos días llevo que ni como ni duermo! No hago más que buscar y rebuscar piezas, pero por cada una que me encaja, no lo hacen cien. A veces siento el deseo de dejarlo, pero lo poquito que he logrado resolver parece tan bello, que son más fuertes las ganas de verlo todo entero. Además, en este Paraíso tuyo hay tantos vientos que tengo que estar con mil ojos para que ninguno se lleve una pieza volando, por no hablar de los animales, que en cuanto me descuido también me lo pisotean todo.

Dios sonrió complacido y dijo:

-Bien, Adán, ahora ya estás preparado para que te presente a Eva.

Es inútil. Jamás se termina de resolver.

1 comentario:

shotokan dijo...

es buenisimo lo malo esque lo que no save adan esque una mujer es mas complicada que un rompe cabezas