Buscar en Mundo Jackson

sábado, 17 de noviembre de 2007

Más dopado, más mercantilizado,más rentable.

Juegos Olímpicos: en teoría una reunión de gentes enamoradas del deporte para olvidar por unos días las diferencias políticas y hacer un canto a la fraternidad y el esfuerzo personal. En la práctica, un evento organizado por una serie de zánganos V.I.P que van saltando de marisquería en hotel a costa de un ideal atlético que sus barrigas no cumplen. Participan en los Juegos funcionarios de piscina, cancha y tartán, que, presionados por unos estados que quieren el fruto en oro, plato o bronce de su inversión, hacen todo lo humana y químicamente posible por ganar. Una vez que hayan terminado sus cortas carreras, se acabarán las recepciones con premio y los anuncios de productos lácteos y quedarán, si se ha sabido invertir lo ganado, olvido y una tienda de deportes o un bar adornado con fotos, copas y medallas. Mientras, en un discreto segundo plano, los que ya tienen mucho siguen ganando aún más, a costa de los niños ilusionados que quieren las zapatillas de Fulanito Williams.

Y esto es lo que hay. Mucha palabrería vacía, mucho gesto emotivo con representación institucional llorando a moco tendido, mucha palomita a los cielos (¡que cómo deben dejar el estadio de caquitas!) y nada más. Mientras, millones de atletas anónimos siguen disputando sus Juegos Olímpicos pernonales. Esos que no paran, esos en los que ganas o mueres. Hoy se disputarán las siguientes pruebas: tiro al niño congoleño, regata de 14 kilómetros estrecho en patera y 100 metros favela con la policía en los talones.

Por cierto, ¿sabía usted que los primeros Juegos Olímpicos modernos no fueron en 1896 sino en 1859? Lamentablemente, aquellos primeros eventos se realizaron fuera del Comité Olímpico Internacional, con lo que están convenientemente enterrados y olvidados, al igual que su impulsor, Evangelos Zappas, que fue quien realmente tuvo la idea de rescatar la antiquísima costumbre griega, no el Baron de Coubertain.



Iba a poner los cinco aritos de colorines, pero si lo hiciera, los abogados del C.O.I se lanzarían a mi cuello como escolares a un Tigretón. Así que pongo al bueno de Ben Johnson, batiendo hasta arriba de esteroides a Carl Lewis en Seúl 1988.

No hay comentarios: