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sábado, 20 de octubre de 2007

Desayuno en "el Diamante".

Dicen los expertos que el desayuno en la comida más importante del día y que es fundamental que sea rico (no sólo que lo esté) y equilibrado.

Dice, textualmente, el diccionario de la Real Academia:

Desayuno: Alimento ligero que se toma por la mañana antes que ningún otro.

O sea, que aquí no desayunan fuerte ni los sesudos y serios señores académicos. Por mucho que aconsejen los nutricionistas, en España seguimos con el café instantáneo y las dos galletas "María", y zumo de naranja de polvos y mentira, si es que el día anterior nos acordamos de comprar. Y para los nenes, bollería industrial anunciada en TV.

¿Razones de tan paupérrimo desayuno? Dos.

La primera, la que se pone de excusa, es la del tiempo. Es que no llego. Y tiene parte de verdad.

La segunda, la fundamental, la que no se admite abiertamente, es que a los españoles nos encanta escaquearnos de nuestro puesto de trabajo para irnos a desayunar al bar, en condiciones: churros, tostada y prensa deportiva. ¡Esa si que es toda una institución patria! "¿Está Ramírez? No, se ha bajado a desayunar". A las 10 de la mañana, cuando teóricamente está en pie desde las seis y media.



Genarín, el del bar. Nuestro amigo, nuestro confesor, nuestro consejero.

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