Buscar en Mundo Jackson

jueves, 25 de octubre de 2007

Cómo convertir un absoluto ridículo en un éxito moderado (el Principio de Son Tay)

La misión de rescate de prisioneros llevada a cabo por un selecto comando estadounidense en la prisión norvietnamita de Son Tay el 21 de noviembre de 1970 es todo un ejemplo de brillantez militar, tanto por la precisión con que se ejecutó el plan como por el arrojo de los intrépidos asaltantes. La única pega es que no se consiguió rescatar a un solo prisionero, que es algo que desluce bastante cualquier misión de esa naturaleza. La verdad es que los aguerridos comandos se enfrentaron a un contratiempo de bastante envergadura: todos los presos americanos habían sido trasladados a otra cárcel hacía 15 días, pero el espionaje USA no se había enterado a tiempo. Ya se sabe, la inteligencia militar (o la falta de ella) tiene esas cosillas, que meten la pata y te dejan vendido, pura carne de burla y cachondeo.

Lejos de correr un tupido velo sobre el asunto en cuestión, las autoridades norteamericanas publicitaron el asalto y repartieron un buen puñado de medallas entre los participantes. Destacaron la perfecta coordinación de los diferentes elementos y la profesionalidad con que se llevaron a cabo la diferentes tareas. De acuerdo que no se rescató a nadie, pero, aparte eso, fue una gran misión de rescate. Como decía aquel, "nadie es perfecto".



Imagen de los participantes en el asalto recibiendo las medallas. Encontramos los estereotipos de pelotón "made in Hollywood": el afroamericano (seguramente del Bronx y llamado "Bubba" Johnson); el rudo comandante de buen corazón y pasado oscuro en primer término y, al fondo a la derecha, el típico militar-intelectual con sus gafitas y todo. Licenciado en Yale, habla 5 idiomas y nadie sabe exactamente cómo acabo de comando en Vietnam. Obsérvese la cara de circunstancias del militar de la izquierda, portando una bandeja de medallas al por mayor.

No hay comentarios: